Viaje a Filipinas: El Nido

¡Por fin tengo algo te tiempo libre para actualizar el blog! Este post va sobre uno de los mejores viajes que he hecho en mi vida. No sólo por el lugar, sino también por la gente que me acompañaba: mi hermana, su novio (ya marido), y mi hermano vinieron desde España para visitarme en Seúl. Después de una semana en Seúl, decidimos volar a Filipinas y visitar El Nido.

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De izquierda a derecha, Javier, Ana y Curro en Manila.

DSC00486Aunque sus islas están entre las más espectaculares del mundo, la capital de Filipinas, Manila, es una ciudad aún bastante subdesarrollada, con mucha pobreza y pocos sitios dignos de visitar. Fort Wayne es una de las pocas atracciones turísticas de la ciudad.

Hay dos aerolíneas que vuelan desde Manila a El Nido: ITI y Seair. Estos vuelos no son nada baratos (unos 6,700 PHP) y no son nada recomendables para gente con miedo a volar, ya que el avión tiene un aspecto bastante «endeble» y vibra bastante durante todo el vuelo. La otra opción (más barata e incómoda) para llegar a El Nido es volar hasta Puerto Princesa y allí coger un autobús hasta el Nido. Un trayecto de unas siete horas por carreteras sin asfaltar (no recomendable para un viaje en familia).

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Éste es el avión que nos llevó de Manila hasta El Nido. La aerolínea es Seair y sólo hay espacio para unos 15 pasajeros. Esta aerolínea opera solamente 2 o 3 vuelos al día.

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Interior del avión.

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Haciendo el check-in para El Nido.

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Sanos y salvos en el aeropuerto de El Nido. La mejor forma de llegar hasta la zona de hoteles/resorts es en tuk-tuk. Normalmente hay que regatear el precio con el conductor.

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Con Javi en el tuk-tuk.

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El Nido es una ciudad muy pequeña que vive básicamente del turismo, la pesca y la agricultura.

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Entrada principal de Art Cafe. Art Cafe es el punto de encuentro principal para los visitantes de El Nido. Allí podrás tomar un refresco, almorzar, o incluso reservar tu vuelo de vuelta a Manila, como hicimos nosotros. También tiene disponible conexión Wifi gratuita.

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Una de las vistas que pueden disfrutarse en El Nido.

DSC00817El buceo es otra actividad que no deberías perderte si tienes la oportunidad de visitar este lugar.

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La claridad del agua en las playas de Filipinas nunca deja de sorprenderme…

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Esta foto no está retocada. Es así como se ve el agua en algunas zonas de El Nido.

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Por esa aperture se entra a el «Hidden Lagoon» (Laguna Oculta). Ésta puede visitarse en cualquiera de los múltiples tours organizados que hay a diario. Totalmente recomendable.

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Y nada como esta puesta de sol para decir adiós (o mejor, hasta luego) a esta belleza de país 🙂

Viaje a Boracay

Recientemente, aprovechando las vacaciones por el Año Nuevo Lunar, decidimos pasar unos días en (según dicen) una de las mejores playas del mundo, la White Beach de Boracay. La verdad es que la playa no decepcionó.

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En pocos sitios en el mundo se puede disfrutar de una playa de cuatro kilómetros de arenas blancas y aguas tan cristalinas. Sin duda una de las mejores playas del mundo.

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Aquí Jairo y Álvaro figurando. Una lástima el tiempo, que nos tocó bastante nublado e incluso llegó a llover un poco. Eso unido a un resfriado que me tuvo en cama casi dos días deslucieron un poco el viaje.

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Una de las cosas negativas de la playa fue que a veces agobiaba un poco ver a tanta gente cuando se supone que estás ahí para descansar. Sobre todo acostumbrado a ver playas semi-desiertas en otras visitas a Filipinas, como en Camotes o en Bohol.

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Siendo año nuevo chino, era obvio que nos encontraríamos bastantes coreanos y chinos, y así fue. En esta foto un grupo de coreanos, inconfundibles con sus pamelas para el sol y sus bikinis con capucha para que no les de el más mínimo rayo de sol.

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Las cenas que nos pegamos fueron de gula. Los precios en Boracay no son tan baratos como en otras zonas de Filipinas, pero aún así, es un lujo comer pescadito fresco. Aquí el atracón de gambas que nos pegamos (¡va por tí Ciro!).

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Otra ventaja de Boracay es que, a diferencia de otros sitios en Filipinas, por la noche hay cosas que hacer aparte de dormir. Un tatuaje de henna (o alheña), un masaje, tomar unas copas en un pub… En fin, una isla con mucha vida nocturna.

Viaje a Camotes y Cebú, Filipinas

Aprovechando el Chuseok coreano, hemos estado nueve días en Filipinas, concretamente en las islas de Camotes, Mactan y en Moalboal, en la isla de Cebú. Unos días que me han venido perfectos para desconectar del trabajo y volver a Corea con las pilas cargadas.

Parece ser que durante nuestra estancia en la isla es la temporada baja, debido a que suele llover bastante durante esta época del año. Esto nos sirvió para estar más tranquilos en los resorts (en algún resort de los que estuvimos éramos los únicos clientes), con precios más baratos, y por suerte sólo nos llovió durante la noche, eso sí con tanta intensidad que más de una noche me despertó la lluvia.

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Nada más aterrizar en Cebu, cogimos un taxi hasta la estación de autobuses norte («North Bus Terminal»). Desde allí, un viaje de unos cuarenta minutos en autobús hasta Danao Port, donde cogimos el ferry hasta las Islas Camotes.

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Las Islas Camotes son un grupo de cuatro islas al este de Cebú. Nosotros estuvimos en la Isla de Pacijan, donde entre otras cosas puede visitarse esta cueva (cuyo nombre olvidé apuntar, sólo recuerdo que estaba en la parte norte de la isla) con un lago de aguas cristalinas donde suelen ir los locales a darse un bañito de agua fresca y lejos del abrasante sol de la isla.

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La isla era bastante tranquila (quizá demasiado), hay varios resorts repartidos por la costa, pero ninguna zona de bares o restaurantes, así que prácticamente no vale la pena salir del resort donde esté uno. Resulta que por limitaciones del generador de electricidad de la isla, todos los días cortan la electricidad de 6 a 7 de la tarde, con lo que la isla entera se queda completamente a oscuras durante una hora.

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La cerveza San Miguel, sin duda una de las muchas cosas buenas que nos dejó Filipinas 🙂

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Jiwon, que no está acostumbrada a ver el mar, se lo pasó bomba buscando cangrejos.

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Lo único que me hizo recordar el trabajo fue la sensación continua de tener ante mí un fondo de escritorio de Windows.

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Para volver a Cebu City, cogimos un yipni desde Danao Port hasta la ciudad (toda una aventura de viaje). Por el camino pudimos contemplar la realidad de la ciudad, se ve que no todo son playas paradisíacas. Me dió la impresión de que Cebu City está aún lejos de ser una ciudad desarrollada, con el caos callejero típico del sudeste asiático.

Después, desde Cebu City, un autobús sin aire acondicionado nos llevaría hasta la ciudad de Moalboal. Fue un viaje de más de cinco horas, de noche, y con avería del autobús incluída. Pero finalmente llegamos a nuestro destino sanos y salvos.

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Al llegar a Moalboal (pasadas las 10 de la noche), lo primero que hicimos fue buscar un sitio para dormir. A la mañana siguiente, esto es lo que nos encontramos 🙂

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Moalboal es una ciudad bastante conocida en el mundillo del buceo. Al final sólo hicimos snorkeling, pero aun así pudimos ver varias tortugas como ésta.

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Durante nuestra última noche en Filipinas, ya en Lapu-Lapu, cerca del aeropuerto de Cebú, pudimos contemplar por última vez el cielo de Filipinas, un cielo imposible de ver en Seúl.

Viaje a Bohol, Filipinas

Por fin saco tiempo para subir las fotos de nuestro último viaje asiático en 2008. Esta vez fuimos a Filipinas, una de las últimas colonias españolas y un paraíso donde los haya. De la multitud de islas que tiene Filipinas, decidimos seguir los consejos de Pura, ex-becaria informática de Manila, y viajar hasta Bohol, huyendo un poco de la masificación de otras islas quizá mas desarrolladas turísticamente como Boracay. La apuesta fue acertada para lo que buscábamos nosotros, unas vacaciones para descansar y además poder ver cosas interesantes además de playa y corales.

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Con Ji-Won y Jairo, en el avión que nos llevaría a Manila.

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Vista desde el avión de las islas cercanas a Bohol. Filipinas comprende más de 7.000 islas, todas ellas rodeadas de aguas cristalinas y arrecifes de coral.

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Ya en Bohol, nos encontramos con una isla pequeña y tranquila, pero con bastantes restaurantes con un pescado riquísimo y bastante barato. No había demasiada vida nocturna, pero nosotros tampoco íbamos buscando discotecas.

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Ji-Won con un Tarsier, un primate típico de las islas de Filipinas, caracterizado por su diminuto tamaño, sus enormes ojos y largos dedos.

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Otro punto que uno debe visitar en Bohol son las colinas de Chocolate (Chocolate Hills). Son unas colinas que se formaron al parecer por la acumulación de corales cuando la isla estaba sumergida por el océano. Ésto da a estas más de 120 colinas un color amarronado, y de ahí su nombre.

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Ya en nuestro camino de vuelta a Seúl, en el Aeropuerto de Tagbilaran (Bohol) nos encontramos con una estampa muy de país tropical: Un grupo de… mariachis? amenizaba la espera de los pasajeros que esperaban en las dos puertas de embarque de las que consta el aeropuerto mas pequeño que he visto nunca 🙂