Un cuatro de octubre, tal día como hoy, llegaba al Aeropuerto de Incheon con cuatro desconocidos que iban a ser mis compañeros de beca durante quince meses. Cinco chavales rozando la treintena (o en algún caso sobrepasándola…), con poca madurez, ansias de viajar y de vivir la vida. Infinidad de gente por conocer, de lugares por visitar, de cosas por aprender…
Quién me iba a decir que esos cuatro desconocidos se convertirían en más que amigos, compañeros de aventuras, de viajes, de fiesta, de partidos de fútbol, de situaciones surrealistas, de interminables clases de coreano intensivo, de tardes de taekwondo, de noches de Hongdae y mASS, que se convertirían en mis buddies de buceo, que viviríamos juntos la victoria de España en la Eurocopa…
Quién me iba a decir que estos cuatro desconocidos dejarían Seúl quince meses después y yo seguiría aquí, atrapado por esta ciudad, por su infinidad de gente por conocer, de lugares por visitar, de cosas por aprender…
Y quién me iba a decir, aquel día, en aquel aeropuerto, que dos años después, echaría de menos a esos cuatro desconocidos casi tanto como echo de menos a mi familia.
¡Cómo os quiero chavaleee!
¡Míralos! Recién llegaditos al aeropuerto en la que es nuestra primera foto juntos (gracias Jairo!). Nada como 12 horas juntos en un avión para salir en una foto como amigos de infancia. De izquierda a derecha, Alex, Jairo, Carlos, Ciro y un servidor.