Viaje a Busan (II)

El fin de semana pasado estuvimos en Busan. Es la segunda vez que estoy en esta ciudad (la primera fué cuando estuvieron aquí Annika y Tanja), la segunda mayor de Corea después de Seúl. Esta vez sí que pude ir al Monte Geumjeong, y a su Templo de Beomeo (범어사), que están al norte de Busan y desde donde puede verse toda la ciudad. Lástima que nos lloviese el día que subimos y que, además de acabar empapaditos, no pudiésemos disfrutar del todo de las vistas por la niebla. De todos modos, fue un fin de semana de los que hacía tiempo no pasaba, con montaña, playa, cenitas y fiesta con amigos… vamos, un finde de los de cuando vivía en mi querida Fuengirola (sólo me faltó la bici) 😀

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Espectáculo con fuegos en un bareto de Busan.

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Pablo estudiando la montaña antes de hacer la subida.

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Uno de los pasillos del Templo Beomeo.

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En la puerta norte (북문), a mitad de la subida.

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Ya en la cima (a unos 800 metros de altura), con unos amigos coreanos que hicimos durante la subida (en general la gente de Busan suele ser más abierta que los seulitas, por aquello de ser ciudad sureña y costera).

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Vista de Busan de noche desde la azotea de nuestro edificio.

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Princesita coreana con tacones y minifalda por la playa de Haeundae (hacer click para ampliar). Esta playa es famosa también por ser una de las playas del mundo en las que más gente se concentra en verano, además, dado que la mayoría de los coreanos tienen pánico al sol, también ostenta el record Guinness a la playa con más sombrillas. Cuando le preguntamos al dueño del hostal si esta playa estaba bien nos dijo que sí, pero que estaba ya cerrada… Resulta que esta playa «cierra» el 20 de agosto (a mí también me costó entenderlo), por lo que a partir de esa fecha los coreanos dejan de ir a la playa a bañarse y prácticamente sólo van extranjeros. Evidentemente, fuimos allí y pudimos bañarnos sin problemas. El «cerrar» la playa significa símplemente que quitan los parasoles.

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También cominos sannakji (산낙지) por primera vez. El sannakji es muy fácil de cocinar. Basicamente, se coge un pulpo vivo, se le corta en pedazos, se añade un poco de aceite de sésamo y especias y se come tal cual, mientras los trozos aún se mueven. Una experiencia culinaria un tanto asquerosilla, pero experiencia al fin y al cabo, que uno a la de comer saltamontes en Gumi.

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Y os dejo con una bonita puesta de sol en Busan 🙂

Viaje a Mongolia (desde Pekín)

Día 1: Llegada a Pekín y autobús a Erenhot (frontera con Mongolia)

Llegamos a Pekín por la mañana. En el aeropuerto nos estaba esperando Ga-Young, que nos llevó a la estación de autobuses para comprar los tickets a Erenhot, la frontera con Mongolia. Después de comprar los tickets, teníamos unas cuatro horas para ver Pekín, así que nos fuimos para Tiananmen, echamos unas fotillos, almorzamos un Pato Pekinés y vuelta a la estación de autobuses.

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¡En China! 😀

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En Tiananmen Square, de izquierda a derecha, Ga-Young, Jairo, yo, y Pablo.

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En el autobús a Erenhot.

Day 2: Cruce de la frontera con Mongolia y cogiendo el tren nocturno

El día siguiente por la mañana, llegamos a Erenhot, la última ciudad china antes de cruzar la frontera. Cuando nos bajamos del autobús, nos asaltaron un montón de conductores ofreciéndonos cruzarnos la frontera en sus 4×4 rusos.

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Jairo con nuestro conductor y su coche.

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Ya en Mongolia, jugando una partidilla de billar mientras esperábamos al tren que nos llevaría a la capital, Ulan Bator.

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En el tren hacía muucho calor. No había aire acondicionado, y como las ventanas tenían que estar abiertas (para no morir deshidratados) y estábamos cruzando el Desierto de Gobi, había polvo por todas partes…

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El tren tampoco es muy cómodo. Aquí estoy intentado dormir con Pablo y mi libro de coreano.

Día 3: Llegada a Ulan Bator, montando a Camello, y primera noche en una yurta

Después de pasar la noche en el tren, llegamos a Ulan Bator, donde nos recogió Seggie, nuestra guía. Muy poca gente habla inglés en Ulan Bator, y si te vas a las zonas rurales como hicimos nosotros, necesitas un guía o puedes acabar perdido en medio de la nada.

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Mi primera experiencia con un baño mongol… es peor de lo que se ve en la foto :S

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Montando a camello… y con chanclas!

Día 4: Karakorum y formación rocosa

El cuarto día fuimos a Karakorum, antigua capital del Imperio Mongol.

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Yurta Mongola.

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Una familia mongola típica en el Monasterio Erdene Zuu, en Karakorum.

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Entrada al monasterio.

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Por primera vez, montando a caballo 🙂

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Probablemente el mejor arco iris que he visto nunca.

Día 5: Volcán y lago

Este día condujimos un montón. No sé después de cuántos kilómetros, pero finalmente llegamos al Volcán Khorgo. Después de subir a su cima, y bajar hasta cráter, nos fuimos a nadar a un lago cercano, donde pasamos la noche.

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En la cima del Volcán Khorgo.

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Justo en el cráter del volcán.

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El lago donde nadamos (increíble).

Día 6: Un día en la carretera (carretera por decir algo…)

Más coche… aunque en principio íbamos a parar en otro lago, como el día estaba algo fresco para nadar, decidimos seguir conduciendo de vuelta a Krarakorum, donde pasamos la noche en un campamento para turistas (lo que significa que pudimos disfrutar de una ducha y de váteres occidentales!!).

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Durante algunos kilómetros llevé nuestro 4×4.

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Puesta de sol en Karakorum.

Día 7: Caballos salvajes en el Parque Nacional de Hustai

Una de las mejores experiencias del viaje. Mongolia es el único país del mundo donde aún pueden verse caballos salvajes. A diferencia del Mustang Americano o el Brumby Australiano, el Caballo Salvaje Mongol, Caballo de Przewalski o símplemente Takhi (que significa «espíritu», y es como lo llaman los mongoles) nunca en la historia ha podido ser domesticado con éxito.

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Manada de caballos salvajes.

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Los tres aventureros con los caballos salvajes de fondo.

Día 8: Ulan Bator

En nuestro último día en Mongolia decidimos volver a Ulan Bator y hacer las últimas compras antes de ir al aeropuerto y volar de vuelta a Pekín y después a Seúl. Por lo poco que pudimos ver, Ulan Bator no es una ciudad demasiado interesante. Bastante polvorienta por la cercanía del Desierto de Gobi y plagada de edificios viejos y bastante feos, aunque también vimos que la ciudad se está desarrollando rápidamente, con muchos edificios de oficinas en construcción.

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La única foto que hice este día (en una tienda donde se venden todo tipo de productos hechos con lana mongola).. Gracias Seggie! 🙂