LEl fin de semana pasado nos fuimos Pablo y yo de senderismo con Mr. Han, el chófer de la oficina. Lo que pensábamos sería un paseito fácil por Bukhansan (북한산) con algunos ajossies y ajummas resultó ser una escalada bastante difícil y a veces diría que hasta peligrosa. De todas formas lo pasamos bien ese día, y el paisaje era casi de película. Lo bueno que tiene Seúl, es que al estar rodeada por montañas, tan pronto sales de las moles de edificios te encuentras en paisajes como estos:
Pablo con Mr. Han, justo antes de empezar la ascensión.
Los coreanos iban todos perfectamente equipados. Algo muy común aquí. Cualquier deporte que hagan (senderismo, fútbol, ciclismo…) van vestidos como auténticos profesionales. Nada que ver con los españoles (yo iba con mis Naiky-suela-gastada que me compré en Shanghai por 200 yuanes) 😛
Estos días son perfectos para el senderismo. Aún no hace demasiado fío, y ya puenden verse las hojas rojas por toda la montaña.
Con Pablo, casi en la cima. En este punto estábamos empapados en sudor y yo ya no sentía mis piernas.
Es increíble la cantidad de gente que había en la montañaI, a veces se formaban incluso atascos… Y es que a los coreanos les encanta el senderismo, probablemente el deporte más practicado por los coreanos mayores de 30-40 años.
El paisaje era mucho mejor de lo que esperaba. Una pena que nos pillase un día nublado y con algo de niebla.
Con Pablo y Mr. Han, tomándonos un descansillo.
Cuando estábamos ya bajando, seguíamos viendo aún a bastante gente subiendo por la otra cara de la montaña (la más fácil, nosotros subimos por la difícil).
Los monjes hacen estas pilas de piedras cuando suben a la montaña buscando de algo de paz y tranquilidad alejados de la muchedumbre seulita.